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1 Moustruos en el Mar Part.1 Vie Dic 05, 2008 3:29 pm
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The Kraken Below the thunders of the upper deep; Far far beneath in the abysmal sea, His ancient, dreamless, uninvaded sleep The Kraken sleepeth: faintest sunlights flee About his shadowy sides; above him swell Huge sponges of millennial growth and height; And far away into the sickly light, From many a wondrous grot and secret cell Unnumber'd and enormous polypi Winnow with giant arms the slumbering green. There hath he lain for ages, and will lie Battening upon huge seaworms in his sleep, Until the latter fire shall heat the deep; Then once by man and angels to be seen, In roaring he shall rise and on the surface die. Alfred Lord Tennyson | El Kraken Bajo los truenos de las superficie, en las honduras del mar abismal, el Kraken duerme su antiguo, no invadido sueño sin sueños. Pálidos reflejos se agitan alrededor de su oscura forma; vastas esponjas de milenario crecimiento y altura se inflan sobre él, y en lo profundo de la luz enfermiza, pulpos innumerables y enormes baten con brazos gigantescos la verdosa inmovilidad, desde secretas celdas y grutas maravillosas. Yace ahí desde siglos, y yacerá, cebándose dormido de inmensos gusanos marinos hasta que el fuego del Juicio Final caliente el abismo. Entonces, para ser visto una sola vez por hombres y por ángeles, rugiendo surgirá y morirá en la superficie. Traducción de J.L. Borges |
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Dos tercios de
la superficie de nuestro planeta están cubiertos por las aguas. Los
océanos, gigantescos espacios de agua de extensión y profundidad
asombrosos (el océano Pacífico, por ejemplo, cubre prácticamente la
mitad de la esfera terrestre), siguen escondiendo numerosos misterios
para la gente. Lo que sabemos sobre los océanos es, incluso, menos que
lo que sabemos sobre el espacio. En este gran volumen acuático existen
animales que nos impactan con su rareza, tamaño y poder.
En abril del
año 2003 encontraron un calamar de 15 metros de largo en la costa de
Canadá. Llevaron el animal gigante a un centro de investigación. Los
científicos midieron sus tentáculos y llegaron a la conclusión de que
se trataba de una especie nueva, desconocida hasta ese momento. Este
fue sólo uno de los innumerables hallazgos de enormes moluscos de los
últimos tiempos.
Los
científicos gastan millones de dólares intentando atrapar o por lo
menos fotografiar a estos animales de las profundidades. Sin embargo,
costosas y tecnificadas expediciones no han logrado resultados aún.
Ningún científico ha podido observar un calamar gigante vivo en el
océano. Los pescadores ven monstruos vivos enormes a veces. En general,
sus historias se tomaban como cuentos —antes de que los cadáveres en
las playas comprobaran que tienen al menos algo de verdad—, quizás a
causa de las viejos cuentos de marineros cantando por estar borrachos
por el ron.
Un periódico
canadiense publicó una historia muy interesante en 1955, relatada por
un grupo de pescadores. Estos hombres dijeron que su barco se había
acercado a algo extraño en el mar. Al principio no podrían determinar
si era una ballena muerta o una medusa gigante. Cuando la nave se
acercó al animal extraño, uno de los pescadores se inclinó sobre la
borda, intentando enganchar el animal para subirlo. En cuanto el gancho
de acero se clavó en el cuerpo gelatinoso, surgió de él un tentáculo
enorme. El pescador cayó sobre la cubierta, con la cara blanca por la
impresión. El impacto emocional fue tan fuerte para este hombre que
tuvo que permanecer en cama hasta que el barco llegó el puerto. En esa
época se le prestó a estos testimonios la misma atención de siempre,
pero ahora se descubre que el episodio tuvo lugar no muy lejos de la
localización en donde fue encontrado el cuerpo de un calamar gigante
muerto.
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La ciencia
moderna sabe muy poco sobre estos monstruos gigantes del mar. Se sabe
que viven en profundidades de casi 2.000 metros. Las proporciones de
estos seres son impresionantes. En un museo norteamericano hay un
objeto único: el ojo de un calamar del tamaño de una pelota de fútbol.
Unos pescadores encontraron este ojo enorme en el estómago de una ballena de esperma
(cachalote). Los cachalotes son ballenas dentadas que pueden llegar a
los 18 metros de longitud y gustan de los calamares, especialmente si
tienen un tamaño conveniente para sus estómagos. Por lo general se
conforman con animales pequeños que pesan entre cuatro y seis kilos,
tragando una docena de ellos al mismo tiempo. Si el cachalote se
encuentra con un calamar gigante de los más grandes, se debe producir
una lucha titánica. Los científicos creen que la que gana la batalla es
la ballena, y que ésta se come al rival derrotado. Muchos cachalotes,
sin embargo, muestran en sus cuerpos las marcas de estas batallas.
Recientemente,
los científicos japoneses han llevado a cabo un curioso experimento en
el Océano Pacífico, no lejos del foso de las Marianas, la fosa más
profunda del mundo. Pusieron un recipiente con un señuelo oloroso en el
fondo del mar, equipado con una cámara de vídeo. El olor del señuelo
atrajo tiburones de las profundidades. Un minuto después los tiburones
se dispersaron y los científicos japoneses vieron un monstruo gigante.
El enorme animal nadaba lentamente sobre el objetivo a una profundidad
de un kilómetro y medio. Su cuerpo tenía 60 metros de largo. Los
científicos todavía no saben qué clase de animal era, y sólo les quedó
conjeturar. Es probable que fuera un tiburón llamado "giant sleepy
shark" en inglés (tiburón soñoliento gigante), un gran animal que vive
en las profundidades del océano y del que se sabe muy poco. Nadie ha
estudiado uno vivo aún.
Sólo se ha
visto el cadáver de uno de estos tiburones, que apareció en la costa de
Indonesia en 1964. Tenía 26 metros de largo, pero podría alcanzar un
tamaño mayor, ya que aún no era adulto.
Otros
misterios parecen ser más recursos de atractivo turístico que otra
cosa, como el renombrado monstruo del lago Ness, en Escocia. También
dicen que hay uno en el lago Nahuel Huapi, en el sur Argentino y otro
en el lago Champlain, en Vermont, Estados Unidos. Sin ponerme en
posición de excéptico, digamos que se da la casualidad que todos esos
son lugares de turismo.
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Sin embargo,
es un tema en el que no está todo dicho. Se han llevado a cabo allí
investigaciones de todo tipo, algunas muy costosas, aún cuando en
general existe un elevado escepticismo. Pero también existen las dudas,
y no porque sí. Cada tanto se renuevan los avistamientos, aunque
siempre casuales y desprevenidos. Ninguno de los que se estacionan en
esos lugares provistos de cámaras y otros equipamientos de detección
parecen tener suerte. Aunque sí se han obtenido algunas pistas
indirectas. Por ejemplo, en el lago Champlain, una mañana de junio de
2003 un grupo de científicos se quedó helado al oír en sus instrumentos
una serie de sonidos chirriantes, similares a los que emiten las
ballenas y delfines. Sólo que éstos viven en el mar y este lago está a
kilómetros de él. No se ha detectado aún el monstruo (lo llaman
"Champ", cariñosamente), y tampoco se ha determinado de dónde surgió
ese sonido.
En 1966, unos
pilotos británicos que volaban sobre el lago Ness filmaron algo que
parecía un monstruo nadando por el lago —material que ha sido
interminablemente discutido— y desde entonces se han llegado a
enormidad de conclusiones. Entre ellas, en boca de expertos, que de
existir ese ser debería ser un plesiosaurio, un animal del grupo de los
dinosaurios que, como todos ellos, se considera extinguido desde hace
decenas de millones de años.
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El 10 de abril
de 1977, los pescadores del Zuiyo Maru, un barco japonés que trabajaba
cerca de Nueva Zelanda, levantó en sus redes un extraño cadáver en
descomposición. El cuerpo, que pesaba unos 1.800 kg y medía unos diez
metros, tenía cuatro aletas de un metro por lo menos y parecía mostrar
una cabeza muy definida al extremo de un largo cuello. Algo muy, pero
muy parecido a un plesiosaurio.
Se tomaron
fotografías, se lo midió y se guardaron muestras de tejido, pero no
guardaron el cuerpo, ya que estaba muy descompuesto y el barco llevaba
una carga de pesca con una alto valor comercial que se podía contaminar.
Dicen en un sitio
que esta evidencia recogida fue examinada por un comité de alto rango
de científicos oceanográficos japoneses. No mencionan un resultado de
ese análisis. Sí informan que el Director de Investigación Animal del
Museo Nacional de Ciencias de Japón (National Science Museum of Japan)
dijo: "Parece que después de todo esos animales no están extintos. No
es posible que haya sobrevivido uno solo. Debería haber un grupo".
Pero algunos
estudios indican que podrían haber sido los restos de un gran tiburón.
Se puede ver un análisis muy completo, escéptico, en el sitio Sea-monster or Shark?
Con esto último, hemos retornado a los monstruos marinos.
Arrastrándose
sobre este mundo, lo más parecido que se puede encontrar a los
horrendos animales extraterrestres que imaginamos en los cuentos —y no
como los insectos y arañas, que son extraños e inquietantes pero
pequeños, sino del tamaño suficiente como para tenerles miedo— son los
pulpos y calamares. Éstos, junto a jibias y nautilus, son invertebrados
que pertenecen al filum de los moluscos (phylum Mollusca) y dentro de él a la clase de los cefalópodos (Cephalopoda).
El nombre indica que tienen sus extremidades en la cabeza, extremidades
que son flexibles, hábiles, blandas pero fuertes: se les llama
tentáculos. Hubo décadas enteras que la palabra tentáculo en un cuento
significaba que allí había un extraterrestre.
Además de los
pulpos que nos comemos preparados a la española, el más nombrado entre
los cefalópodos, cuando se habla de monstruos en el mar, es el calamar
gigante, que no es un mito sino un animal existente: el Architeuthis dux. Este monstruo marino de tamaño suficiente para dar vuelta un barco pertenece a la subclase Coleoideos (Coeloidea) —que tienen un solo par de branquias y una concha interna muy reducida o ausente—, al orden de los Teutoideos (Teuthida) —que poseen diez brazos y no tienen escudo protector en la zona apical de la concha (rostro)—, al suborden de los Oegópsidos (Oegopsina) —con ojo sin córnea—, y forman parte de la familia de los Architéutidos (Architeuthidae).
Hay otro
decápodo gigante, que se consideraba casi mitológico hasta que fue
encontrado un cadáver en la Antártida el año pasado. Forma parte de la
familia de los Chirotéutidos (Chiroteuthidae). Su nombre científico es Mesonychoteuthis hamiltoni, tiene formas y características diferentes de las del Architeuthis dux y podría llegar a tamaños aún mayores que el que alcanza éste.
Dos monstruos |
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