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1 Monstruos en el Mar Part.2 Vie Dic 05, 2008 3:30 pm
coqui_ema
Les dicen gigantes. ¿Cuán gigantes llegan a ser estos invertebrados de las profundidades?
Al Architeuthis dux
se le ha comprobado una longitud de 18 metros, pero se supone que puede
alcanzar hasta 20 metros de longitud. Puede pesar más de 500 kilos. El
otro, basándose en unos restos parciales que se encontraron en 1925 en
el estómago de un cachalote, podría ser aún mayor, con 28 y aún más
metros de punta a punta. Hay que tener en cuenta que muchos de estos
metros están compuestos por los largos tentáculos prensiles (dos) que
tienen los calamares.
Pero hay indicios de que pueden existir calamares mucho mayores que estas especies conocidas de Architeuthis y Mesonychoteuthis.
Como siempre cuando se habla de misterios, las creencias vienen en
primer lugar por testimonios de marinos que dicen haberlos visto,
testimonios que, por supuesto, no son valederos para los científicos.
En 1903 se observó un calamar de cincuenta metros en Noruega, y en 1933
uno de veintidós en Terranova.
En ocasiones
los cachalotes moribundos vomitan el contenido de su estómago. Algunos
balleneros han observado en esos casos fragmentos desmesurados de
brazos de calamar.
Además, en la
piel de algunos cachalotes se han constatado enormes cicatrices de
ventosas. De su diámetro, que llega a alcanzar hasta cuarenta
centímetros, se puede calcular que fueron infligidas por calamares que,
si pertenecen al género Architeuthis, deben tener hasta un
centenar de metros de longitud. Si correspondieran a especies que
poseen otras proporciones corporales sus dimensiones podrían ser
menores, pero también mayores. La cosa es que no se conoce ninguna
especie de calamar que posea ventosas tan grandes como las que pueden
haber dejado esas marcas.
¿Cuántos secretos nos esconde aún el océano?
Hace muy poco
se descubrieron poblaciones enteras de un primitivo pez de unos dos
metros de longitud y de una especie de 400 millones de años de
antigüedad, que estaba registrado entre las especies fósiles y
extinguidas: el Celacanto.
¿Qué nuevas sorpresas nos puede ofrecer el océano, escondidas en sus abismos de kilómetros de profundidad?
La sensación
de que aún no hemos visto todo en nuestro planeta ha impactado en la
literatura y, por supuesto, en el séptimo arte. La historia del cine
está plagada de calamares y pulpos gigantes. En las películas más
viejas la cosa era simple: se asumía la existencia de estos monstruos
gigantescos en las profundidades del océano, inexploradas aún, como
animales naturales pero ocultos y desconocidos. Pero luego se comenzó a
culpar de su aparición a las radiaciones, polución o cambios genéticos.
En base a los últimos hallazgos en playas de todo el mundo de cuerpos
de calamares gigantescos, no parece que este último fuera un recurso
muy necesario.
Muy pocas películas muestran cefalópodos que sean simpáticos con nosotros.
En un film de
1939 llamado "Killers of the Sea", un guardia de Florida se dedica a
eliminar a los asesinos del mar que afectan el negocio de los
pescadores del lugar, entre ellos un enorme pulpo. Se nota en esta
película la concepción de otra época, ya que entre los "asesinos del
mar" se cuentan tortugas y marsopas, hoy protegidas.
John Wayne
encuentra la muerte en los tentáculos de un calamar gigante en "Wake of
the Red Witch" (título convertido en "La venganza del Bergantín" en
español), de 1948. Es una de las pocas veces que el famoso actor muere
en una de sus películas.
Roger Corman
hace de las suyas en "Monster from the Ocean Floor" (El monstruo del
fondo del mar"). Un biólogo marino contrata a un submarinista para
perseguir a su presa, un calamar gigante. Este hombre, interpretado por
un jovencísimo Robert Wagner, encuentra al cefalópodo en una cueva,
lucha con él y lo apuñala. Aquí interviene Corman, haciendo brotar
mares de sangre roja del animal, cuando en realidad los cefalópodos
tienen una sangre de color azul, basada en el cobre.
En "20.000 leguas de viaje submarino", realizada en 1954 en base a la novela de Julio Verne,
no podía faltar el monstruoso cefalópodo que amenaza a los humanos. La
historia transcurre a finales del siglo 19, los barcos sufren ataques
de una extraña ballena gigante. Una expedición científica que intenta
descubrir algo sobre ella es objeto de uno de sus ataques y varios de
sus pasajeros caen al mar. La ballena resulta ser el submarino llamado
Nautilus, un artefacto secreto y avanzado. La tripulación del submarino
recoge a los náufragos. Al mando de esta máquina se encuentra el
capitán Nemo, un hombre cultivado que conoce el mundo submarino como
nadie, pero que está resentido con la humanidad. Los científicos que
cayeron de su barco viven diez meses con el capitán Nemo, en el
Nautilus, mientras éste viaja por el océano. Allí les toca, entre otras
aventuras, luchar contra calamares o pulpos gigantes que intentan
tragarse el submarino.
Podemos
nombrar, sin demasiados detalles para no aburrir, "It Came from Beneath
the Sea" ("Vino de debajo del mar"), con un pulpo gigante producido por
las radiaciones. "El Señor de los Anillos" también tiene una laguna con
un monstruo que posee tentáculos típicos de los cefalópodos. "Viaje al
fondo del mar", una interesante serie de los 60, tuvo sus personajes
moluscos y gigantes. En "Bride of the Monster" ("Novia del monstruo"),
de Edward Wood (quien tiene el honor de haber hecho la película
declarada como la peor de la historia del cine), Bela Lugosi
(interpretando a un científico) es dueño de un pulpo monstruoso que le
sirve para eliminar a sus enemigos y que termina matándolo a él. John
Huston y Henry Fonda, dos grandes del cine, actúan en "Tentacles"
("Tentáculos"), donde luchan con un pulpo gigante creado por la
contaminación.
Octaman es una
risible película, aunque no intencionalmente, pues fue realizada como
thriller y drama. Unos científicos en la costa oeste de México estudian
una nueva especie de pulpos pequeños, posiblemente un híbrido creado
por radiación. Tienen ojos grandes y hacen un raro sonido. Pero los
científicos no son amables con sus pequeños objetos de estudios y, por
supuesto, aparece el hermano mayor: Octaman. Desde allí, la película se
derrumba. El monstruo es realmente asombroso, posee brazos que pueden
perforar cuerpos humanos, una increíble boca con hileras de dientes,
ojos compuestos y, como muchos otros monstruos de película, ruge cuando
ataca a la gente. Y como muchos otros monstruos de película, se
encariña con la heroína de la película.
No nos
sumergiremos demasiado en ejemplos de la literatura, pero sepamos que
Victor Hugo escribió: "Los horribles tentáculos son duros como el
acero, fríos como la noche, el pulpo lo atrae a uno. Imposibilitado de
movimiento el hombre es absorbido dentro de la horrible bolsa que es el
monstruo mismo, la muerte llega en forma terrible". En su única
inmersión a bordo de una campana construida por Aristóteles, Alejandro
Magno los describió como "serpientes de ocho cabezas".
Plinio el Viejo, escritor y erudito latino, escribió en Naturalis Historia (Historia natural):
En la ciencia ficción los cefalópodos han tenido su impacto. Si hay una imagen típica para representar un ejemplo de los Pulps, publicaciones de aventuras para jóvenes que se imprimían en papel muy barato en la época de la depresión norteamericana —pulp
porque estaba hecho con pulpa de papel reciclado, no porque tenga
relación con la palabra "pulpo"—, es muy común que se coloque allí una
tapa con un feo extraterrestre con forma de pulpo y ojos saltones que
atrapa en sus tentáculos a una bella rubia de escote pronunciado y cara
de tremendo susto. Aunque falte la rubia, y aún una clara forma de
pulpo, veremos que en esas portadas había una infección de tentáculos.
Dijimos que
los pulpos son octópodos y los calamares decápodos. La cantidad de
brazos (ocho y diez, respectivamente) no es la única diferencia: el
diseño corporal es distinto. Veamos un poco más de los octópodos antes
de entrar de lleno en nuestros calamares monstruosos.
Pulpos descomunales
En la costa norteamericana del Pacífico se encuentra Octopus dofleini,
un pulpo que alcanza los tres metros de longitud y seis o más de
envergadura (la distancia de punta a punta entre brazos opuestos). Los
números no suenan tan impresionantes, pero nótese que hablamos de un
animal suficientemente grande como para ser el protagonista de muchas
de las películas en las que los pulpos —como monstruos de turno— se
devoran a la gente. Un ejemplar de este tamaño atraparía y dominaría
con facilidad a un hombre.
Es posible que
en los océanos se oculten especies aún mayores. De hecho, recientemente
se han filmado o fotografiado, gracias a submarinos robots y cámaras
adheridas a otros animales marinos, algunas grandes especies
desconocidas. Por ejemplo, un pulpo cirrado (Cirrata es un
suborden de los pulpos que se caracterizan por tener aletas además de
los tentáculos) de 2,5 metros de longitud que apareció cerca de una
fuente hidrotermal en el nordeste del Pacífico, a 2.500 metros de
profundidad, en 1984. También se filmó un alucinante calamar, que ya
veremos más adelante.
Basándose en
un incidente ocurrido en la costa de Angola, el naturalista francés
Pierre Denis de Montfort describió y dibujó en su "Histoire naturelle des mollusques (faisant suite aux oeuvres de Buffon)" (1801), además del calamar gigante (al que llamó pulpo Kraken), otra especie de pulpo colosal. Fue ridiculizado por esto.
En base a
ciertos estudios, se propone la existencia de dos especies gigantes de
pulpos, que quizás sean subespecies. Uno sería el pulpo de las Bahamas,
que sería el mismo que el del cuerpo que apareció en la costa de
Estados Unidos, conocido como "el monstruo de Florida". Otro estaría en
la islas Bermudas.
Podría haber un tercero, quizás, en el archipiélago de Hawaii, del lado del Pacífico.
Al Architeuthis dux
se le ha comprobado una longitud de 18 metros, pero se supone que puede
alcanzar hasta 20 metros de longitud. Puede pesar más de 500 kilos. El
otro, basándose en unos restos parciales que se encontraron en 1925 en
el estómago de un cachalote, podría ser aún mayor, con 28 y aún más
metros de punta a punta. Hay que tener en cuenta que muchos de estos
metros están compuestos por los largos tentáculos prensiles (dos) que
tienen los calamares.
|
Pero hay indicios de que pueden existir calamares mucho mayores que estas especies conocidas de Architeuthis y Mesonychoteuthis.
Como siempre cuando se habla de misterios, las creencias vienen en
primer lugar por testimonios de marinos que dicen haberlos visto,
testimonios que, por supuesto, no son valederos para los científicos.
En 1903 se observó un calamar de cincuenta metros en Noruega, y en 1933
uno de veintidós en Terranova.
En ocasiones
los cachalotes moribundos vomitan el contenido de su estómago. Algunos
balleneros han observado en esos casos fragmentos desmesurados de
brazos de calamar.
Además, en la
piel de algunos cachalotes se han constatado enormes cicatrices de
ventosas. De su diámetro, que llega a alcanzar hasta cuarenta
centímetros, se puede calcular que fueron infligidas por calamares que,
si pertenecen al género Architeuthis, deben tener hasta un
centenar de metros de longitud. Si correspondieran a especies que
poseen otras proporciones corporales sus dimensiones podrían ser
menores, pero también mayores. La cosa es que no se conoce ninguna
especie de calamar que posea ventosas tan grandes como las que pueden
haber dejado esas marcas.
¿Cuántos secretos nos esconde aún el océano?
Hace muy poco
se descubrieron poblaciones enteras de un primitivo pez de unos dos
metros de longitud y de una especie de 400 millones de años de
antigüedad, que estaba registrado entre las especies fósiles y
extinguidas: el Celacanto.
¿Qué nuevas sorpresas nos puede ofrecer el océano, escondidas en sus abismos de kilómetros de profundidad?
La sensación
de que aún no hemos visto todo en nuestro planeta ha impactado en la
literatura y, por supuesto, en el séptimo arte. La historia del cine
está plagada de calamares y pulpos gigantes. En las películas más
viejas la cosa era simple: se asumía la existencia de estos monstruos
gigantescos en las profundidades del océano, inexploradas aún, como
animales naturales pero ocultos y desconocidos. Pero luego se comenzó a
culpar de su aparición a las radiaciones, polución o cambios genéticos.
En base a los últimos hallazgos en playas de todo el mundo de cuerpos
de calamares gigantescos, no parece que este último fuera un recurso
muy necesario.
Muy pocas películas muestran cefalópodos que sean simpáticos con nosotros.
En un film de
1939 llamado "Killers of the Sea", un guardia de Florida se dedica a
eliminar a los asesinos del mar que afectan el negocio de los
pescadores del lugar, entre ellos un enorme pulpo. Se nota en esta
película la concepción de otra época, ya que entre los "asesinos del
mar" se cuentan tortugas y marsopas, hoy protegidas.
John Wayne
encuentra la muerte en los tentáculos de un calamar gigante en "Wake of
the Red Witch" (título convertido en "La venganza del Bergantín" en
español), de 1948. Es una de las pocas veces que el famoso actor muere
en una de sus películas.
Roger Corman
hace de las suyas en "Monster from the Ocean Floor" (El monstruo del
fondo del mar"). Un biólogo marino contrata a un submarinista para
perseguir a su presa, un calamar gigante. Este hombre, interpretado por
un jovencísimo Robert Wagner, encuentra al cefalópodo en una cueva,
lucha con él y lo apuñala. Aquí interviene Corman, haciendo brotar
mares de sangre roja del animal, cuando en realidad los cefalópodos
tienen una sangre de color azul, basada en el cobre.
|
En "20.000 leguas de viaje submarino", realizada en 1954 en base a la novela de Julio Verne,
no podía faltar el monstruoso cefalópodo que amenaza a los humanos. La
historia transcurre a finales del siglo 19, los barcos sufren ataques
de una extraña ballena gigante. Una expedición científica que intenta
descubrir algo sobre ella es objeto de uno de sus ataques y varios de
sus pasajeros caen al mar. La ballena resulta ser el submarino llamado
Nautilus, un artefacto secreto y avanzado. La tripulación del submarino
recoge a los náufragos. Al mando de esta máquina se encuentra el
capitán Nemo, un hombre cultivado que conoce el mundo submarino como
nadie, pero que está resentido con la humanidad. Los científicos que
cayeron de su barco viven diez meses con el capitán Nemo, en el
Nautilus, mientras éste viaja por el océano. Allí les toca, entre otras
aventuras, luchar contra calamares o pulpos gigantes que intentan
tragarse el submarino.
Podemos
nombrar, sin demasiados detalles para no aburrir, "It Came from Beneath
the Sea" ("Vino de debajo del mar"), con un pulpo gigante producido por
las radiaciones. "El Señor de los Anillos" también tiene una laguna con
un monstruo que posee tentáculos típicos de los cefalópodos. "Viaje al
fondo del mar", una interesante serie de los 60, tuvo sus personajes
moluscos y gigantes. En "Bride of the Monster" ("Novia del monstruo"),
de Edward Wood (quien tiene el honor de haber hecho la película
declarada como la peor de la historia del cine), Bela Lugosi
(interpretando a un científico) es dueño de un pulpo monstruoso que le
sirve para eliminar a sus enemigos y que termina matándolo a él. John
Huston y Henry Fonda, dos grandes del cine, actúan en "Tentacles"
("Tentáculos"), donde luchan con un pulpo gigante creado por la
contaminación.
|
Octaman es una
risible película, aunque no intencionalmente, pues fue realizada como
thriller y drama. Unos científicos en la costa oeste de México estudian
una nueva especie de pulpos pequeños, posiblemente un híbrido creado
por radiación. Tienen ojos grandes y hacen un raro sonido. Pero los
científicos no son amables con sus pequeños objetos de estudios y, por
supuesto, aparece el hermano mayor: Octaman. Desde allí, la película se
derrumba. El monstruo es realmente asombroso, posee brazos que pueden
perforar cuerpos humanos, una increíble boca con hileras de dientes,
ojos compuestos y, como muchos otros monstruos de película, ruge cuando
ataca a la gente. Y como muchos otros monstruos de película, se
encariña con la heroína de la película.
No nos
sumergiremos demasiado en ejemplos de la literatura, pero sepamos que
Victor Hugo escribió: "Los horribles tentáculos son duros como el
acero, fríos como la noche, el pulpo lo atrae a uno. Imposibilitado de
movimiento el hombre es absorbido dentro de la horrible bolsa que es el
monstruo mismo, la muerte llega en forma terrible". En su única
inmersión a bordo de una campana construida por Aristóteles, Alejandro
Magno los describió como "serpientes de ocho cabezas".
Plinio el Viejo, escritor y erudito latino, escribió en Naturalis Historia (Historia natural):
«No
han de olvidarse las observaciones hechas por L. Lucullus, procónsul de
la Bætica, acerca de los pulpos, y publicados por Trebius Niger, que
era de su séquito... Los demás casos que este autor narra han de ser
interpretados mejor como prodigios. Cuenta que en los viveros de
Carteia había un pulpo que acostumbraba a salir de la mar y acercarse a
los viveros abiertos, arrasando la salazones..., lo que excitaba la
indignación inmoderada de los guardianes por sus hurtos continuos. Unas
cercas protegían el lugar, pero las superaba trepando por un árbol; no
se le pudo descubrir sino por la sagacidad de los perros, que lo vieron
una noche cuando regresaba al mar. Despertados los guardianes, quedaron
asombrados ante el espectáculo, en primer lugar por la magnitud del
pulpo, que era enorme; luego porque estaba por entero untado de
salmuera, despidiendo un insoportable hedor... Hizo huir a los perros
con su aliento terrible, azotándolos unas veces con los extremos de los
tentáculos o golpeándolos con los fortísimos brazos, utilizados a modo
de clavas. Con trabajo se lo pudo matar a fuerza de tridentes. Se
mostró a Lucullus su cabeza, que tenía el tamaño de una tinaja capaz de
contener quince ánforas; repitiendo las expresiones del mismo Trebius
diré que sus barbas difícilmente podían abarcarse con ambos brazos y
que eran nudosas como clavas, teniendo una longitud de treinta pies.
Sus ventosas eran como orzas, semejantes a un lebrillo; los dientes
eran de la misma proporción. El resto del cuerpo, que fue guardado por
curiosidad, pesaba setecientas libras. El mismo autor asegura que en
estas playas el mar arroja también sepias y calamares de la misma
magnitud.»
|
En la ciencia ficción los cefalópodos han tenido su impacto. Si hay una imagen típica para representar un ejemplo de los Pulps, publicaciones de aventuras para jóvenes que se imprimían en papel muy barato en la época de la depresión norteamericana —pulp
porque estaba hecho con pulpa de papel reciclado, no porque tenga
relación con la palabra "pulpo"—, es muy común que se coloque allí una
tapa con un feo extraterrestre con forma de pulpo y ojos saltones que
atrapa en sus tentáculos a una bella rubia de escote pronunciado y cara
de tremendo susto. Aunque falte la rubia, y aún una clara forma de
pulpo, veremos que en esas portadas había una infección de tentáculos.
Dijimos que
los pulpos son octópodos y los calamares decápodos. La cantidad de
brazos (ocho y diez, respectivamente) no es la única diferencia: el
diseño corporal es distinto. Veamos un poco más de los octópodos antes
de entrar de lleno en nuestros calamares monstruosos.
Pulpos descomunales
|
En la costa norteamericana del Pacífico se encuentra Octopus dofleini,
un pulpo que alcanza los tres metros de longitud y seis o más de
envergadura (la distancia de punta a punta entre brazos opuestos). Los
números no suenan tan impresionantes, pero nótese que hablamos de un
animal suficientemente grande como para ser el protagonista de muchas
de las películas en las que los pulpos —como monstruos de turno— se
devoran a la gente. Un ejemplar de este tamaño atraparía y dominaría
con facilidad a un hombre.
Es posible que
en los océanos se oculten especies aún mayores. De hecho, recientemente
se han filmado o fotografiado, gracias a submarinos robots y cámaras
adheridas a otros animales marinos, algunas grandes especies
desconocidas. Por ejemplo, un pulpo cirrado (Cirrata es un
suborden de los pulpos que se caracterizan por tener aletas además de
los tentáculos) de 2,5 metros de longitud que apareció cerca de una
fuente hidrotermal en el nordeste del Pacífico, a 2.500 metros de
profundidad, en 1984. También se filmó un alucinante calamar, que ya
veremos más adelante.
|
Basándose en
un incidente ocurrido en la costa de Angola, el naturalista francés
Pierre Denis de Montfort describió y dibujó en su "Histoire naturelle des mollusques (faisant suite aux oeuvres de Buffon)" (1801), además del calamar gigante (al que llamó pulpo Kraken), otra especie de pulpo colosal. Fue ridiculizado por esto.
En base a
ciertos estudios, se propone la existencia de dos especies gigantes de
pulpos, que quizás sean subespecies. Uno sería el pulpo de las Bahamas,
que sería el mismo que el del cuerpo que apareció en la costa de
Estados Unidos, conocido como "el monstruo de Florida". Otro estaría en
la islas Bermudas.
Podría haber un tercero, quizás, en el archipiélago de Hawaii, del lado del Pacífico.
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