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Wisconsin, EU.- Los investigadores están probando un nuevo robot financiado por la NASA para investigar bajo el hielo y para demostrar que los sistemas de este aparato pueden operar en un ambiente similar en la luna Europa de Júpiter.
Las pruebas han tenido lugar entre el 12 y el 15 de febrero bajo el hielo del Lago Mendota, en el campus de la Universidad de Wisconsin, Madison.
El 'Environmentally Non-Disturbing Under-ice Robotic Antarctic Explorer' (Endurance) es un proyecto de 2,3 millones de dólares financiado por el Programa de Astrobiología y Tecnología para Explorar los Planetas de la NASA.La nave es un vehículo acuático autónomo diseñado para navegar bajo el hielo, crear mapas tridimensionales del ambiente subacuático.
La nave es un vehículo acuático autónomo diseñado para navegar bajo el hielo, crear mapas tridimensionales del ambiente subacuático.
Además recoge datos de las condiciones de estos ambientes y toma muestras de vida microbiana.
Los investigadores tienen planes para llevar la nave a un lago permanentemente helado en la Antártida para realizar allí las operaciones a finales de año.

Los equipos de ciencia están desarrollando y probando la tecnología para una posible misión de exploración subacuática para Europa en un futuro muy lejano.
El robot es la continuación del Deep Phreatic Thermal Explorer, un proyecto financiado por la NASA que completó una serie de pruebas bajo el agua en México en 2.007.


ANTIGUAS PRUEBAS Veintitrés metros no son nada. Sin embargo, cuando se trata de hielo y, a través de él, se abre paso un pequeño robot, estamos ante todo un logro.
«Nunca ha existido una sonda que haga lo que ésta», afirma Wayne Zimmerman, ingeniero jefe del proyecto ‘Cryobot’.
La máquina es un cilindro de un metro de longitud y doce centímetros de diámetro, ideada por los técnicos del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA.

Su objetivo, perforar grandes masas de hielo en la Tierra y en otros mundos, cargada de instrumental científico para buscar rastros de vida.
Los veintitrés metros que en años pasados se adentró una versión primitiva del ‘cryobot’ en un glaciar de la isla Spitsbergen, más allá del Círculo Polar Ártico y en territorio noruego, pueden ser el segundo paso de una apasionante aventura interplanetaria.

El éxito lo acaba de hacer público la NASA casi un año después de que una cámara fabricada por el JPL demostrara, a 1.200 metros bajo los hielos de la Antártida, su capacidad de funcionar en condiciones extremas.Ambos ingenios forman parte de un ambicioso plan de búsqueda de vida alienígena en el que los científicos trabajan desde 1996, cuando dos hallazgos, separados entre sí por un abismo interplanetario, resucitaron las esperanzas de dar con algo vivo en nuestro vecindario cósmico.

Otros mundos en éste Hace poco más de un lustro, científicos rusos y británicos detectaron una enorme masa de agua subterránea a 4.000 metros de profundidad bajo la estación polar Vostok, en la Antártida.

Casi simultáneamente, los datos enviados por la nave ‘Galileo’ revelaron que Europa, una de las lunas de Júpiter, podía esconder bajo su superficie helada un océano de dimensiones planetarias.
La sonda espacial, que hoy comienza su última pasada por la cercanías de los cuatro grandes satélites jovianos -Io, Calisto, Europa y Ganímedes- antes de impactar contra el planeta gigante en diciembre de 2003, confirmó hace dos años la existencia de la masa acuosa subsuperficial.

A pesar de que la NASA confía en los datos de la ‘Galileo’, la presencia de agua -un elemento esencial para la vida- en Europa no podrá ratificarse hasta que entre en órbita del satélite una nave que este año.Pero, antes de saber si lo que sospechan y desean los astrobiólogos se corresponde con la realidad, los técnicos de la agencia espacial estadounidense ya se han puesto manos a la obra.

Y es que, aun en el caso de que no haya agua en Europa, las sondas diseñadas para la exploración extraterrestre -también podrían penetrar en los casquetes polares marcianos- serán muy útiles aquí, en nuestro planeta.
«No se puede decir que la Tierra sea en este caso sólo un campo de pruebas para Europa y Marte.

Hay muchos lugares interesantes en la Tierra donde el ‘cryobot’ puede ser la mejor herramienta para llevar a cabo estudios científicos de una forma segura y eficaz», asegura Frank Carsey, científico del JPL.

Uno de esos entornos ideales para explorar con tecnología diseñada para otros mundos es el lago Vostok.

Los científicos mantienen que se formó hace unos 20 millones de años y creen que puede contener formas de vida desconocidas, capaces de sobrevivir a temperaturas bajo cero y en permanente oscuridad.

Un ambiente extremo que no tiene nada que envidiar a los de Marte o Europa. Los científicos calculan que la masa acuosa de la Antártida, del tamaño del lago Ontario, ha permanecido aislada del resto del mundo como poco desde hace 500.000 años y no quieren correr riesgos innecesarios.

«El lago Vostok es un recurso increíblemente precioso y sería un error descomunal tomar muestras antes de que pueda hacerse sin contaminar sus aguas con sustancias químicas y microorganismos», ha sentenciado Richard Hoover, de Laboratorio Marshall de Ciencias Espaciales de la NASA.

El problema es cómo introducir en él una sonda sin contaminar para siempre sus aguas, un reto al que también habrá que hacer frente en otros mundos.

Y ahí es donde entra en juego el ‘cryobot’. El robot perforador, en el que la NASA ha invertido 1,1 millones de euros, penetra en el hielo esquivando obstáculos.

Su morro calienta el hielo hasta convertirlo en agua y, después, ésta vuelve a congelarse por detrás de la sonda, con lo que se minimiza el riesgo de contaminación externa al cerrarse el agujero que, de otro modo, conectaría con la superficie.

A su pequeño tamaño -será más grande cuando lleve en su interior un minisubmarino-, el ‘cryobot’ suma un bajo consumo de energía, un sistema autónomo de navegación y la capacidad de portar equipamiento científico.

A Marte y Europa «El experimento ha demostrado la viabilidad del diseño», ha dicho Lloyd French.
Para el responsable del proyecto en el JPL, este ingenio abrirá el subsuelo a la exploración planetaria, limitada hasta ahora a visiones orbitales y superficiales de los mundos del Sistema Solar.

El primer ensayo fuera de la Tierra de una máquina de estas características puede tener lugar en Marte antes de 2010.

La exploración de Europa se plantea a más largo plazo. Además, en el caso del satélite de Júpiter, el perforador transportaría otro pequeño robot -el ‘hydrobot’-, que navegaría por el océano subsuperficial a la búsqueda de rastros de vida.

El equipo del proyecto no trabaja contra el reloj, pero ya se ha puesto una fecha para intentar llevar sus ingenios hasta el satélite de Júpiter: 2030.

Como todo indica que en Europa el hielo no para de moverse debido a los continuos tirones gravitatorios de Júpiter, el ‘cryobot’ debe ser completamente autónomo y no estar unido a la nave que lo haya trasladado hasta la superficie del satélite joviano.
Sin conexión directa con el exterior, según se adentre en el hielo, la sonda tendrá que dejar tras de sí pequeños repetidores para poder enviar toda la información que recoja a la superficie, de ahí a un vehículo orbital y de éste a la Tierra. Entonces, sabremos si hay otros europeos.

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