Aunque están muy asociadas con el cristianismo, las posesiones demoníacas se presentan en numerosas culturas y de diferentes formas.

Cuando un demonio o un espíritu posee a un ser humano, éste presenta características como cambios bruscos de personalidad, convulsiones, alteraciones físicas o ataques sobrenaturales.

Las posesiones demoníacas han sido mencionadas numerosas veces en la Biblia, donde Jesús era el encargado de expulsar a estos seres, pero situaciones similares son comunes en numerosas culturas alrededor del mundo.

Los gitanos creen que los demonios son tan poderosos que no solo poseen a personas sino también animales, plantas y hasta objetos inanimados.

Estas son las posesiones y exorcismos más famosos:

La posesión de Enfield

En 1977 en Enfield, Londres, Peggy Harper, una divorciada de 40 años se despertó a mitad de la noche por los gritos de sus hijas Janet y Pete. Alarmada, subió hasta su habitación.

Sus hijas, entre sollozos, le dijeron que su cama se había agitado violentamente. Peggy creyó que era una pesadilla y se fue a dormir.

Al día siguiente, las niñas gritaron de nuevo y, en esta ocasión, le relataron a su madre cómo tras unos fuertes ruidos, una silla que había en la habitación se había movido sola.

Después de varios sucesos extraños y terroríficos, y el testimonio de especialistas, doctores y la prensa, el caso Enfield se convirtió en portada de diarios y programas de televisión, aunque nunca se pudo resolver el misterio.

Entre todos los extraños sucesos, la pequeña Janet, de 11 años, hablaba con una voz áspera y masculina, que con un lenguaje soez y obsceno y mientras ella entraba en una especie de trance, aseguraba ser un hombre que había muerto en esa casa.

Caso de Emily Rose

El caso de Emily Rose ha sido uno de los casos más famosos de exorcismos de la historia, tanto que se llevo al cine con la película “El exorcismo de Emily Rose” y causó gran expectación en la época.

Aunque están muy asociadas con el cristianismo, las posesiones demoníacas se presentan en numerosas culturas y de diferentes formas.

Cuando un demonio o un espíritu posee a un ser humano, éste presenta características como cambios bruscos de personalidad, convulsiones, alteraciones físicas o ataques sobrenaturales.

Las posesiones demoníacas han sido mencionadas numerosas veces en la Biblia, donde Jesús era el encargado de expulsar a estos seres, pero situaciones similares son comunes en numerosas culturas alrededor del mundo.

Los gitanos creen que los demonios son tan poderosos que no solo poseen a personas sino también animales, plantas y hasta objetos inanimados.

Estas son las posesiones y exorcismos más famosos:

La posesión de Enfield

En 1977 en Enfield, Londres, Peggy Harper, una divorciada de 40 años se despertó a mitad de la noche por los gritos de sus hijas Janet y Pete. Alarmada, subió hasta su habitación.

Sus hijas, entre sollozos, le dijeron que su cama se había agitado violentamente. Peggy creyó que era una pesadilla y se fue a dormir.

Al día siguiente, las niñas gritaron de nuevo y, en esta ocasión, le relataron a su madre cómo tras unos fuertes ruidos, una silla que había en la habitación se había movido sola.

Después de varios sucesos extraños y terroríficos, y el testimonio de especialistas, doctores y la prensa, el caso Enfield se convirtió en portada de diarios y programas de televisión, aunque nunca se pudo resolver el misterio.

Entre todos los extraños sucesos, la pequeña Janet, de 11 años, hablaba con una voz áspera y masculina, que con un lenguaje soez y obsceno y mientras ella entraba en una especie de trance, aseguraba ser un hombre que había muerto en esa casa.

Caso de Emily Rose

El caso de Emily Rose ha sido uno de los casos más famosos de exorcismos de la historia, tanto que se llevo al cine con la película “El exorcismo de Emily Rose” y causó gran expectación en la época.

Emily Rose fue en realidad una joven alemana llamada Anneliese Michel. En 1968 un neurólogo la diagnosticó con el “gran mal” de la epilepsia.

Poco después de comenzar los ataques, Anneliese empezó a ver imágenes diabólicas, pero los doctores parecían incapaces de ayudarla, y ella perdió las esperanzas en que la medicina podría curarla.

En 1973 sus padres solicitaron un exorcismo para su hija de entonces 20 años, pero su petición fue rechazada. Les explicaron que el proceso era muy estricto. Los requerimientos incluían aversión por los objetos religiosos, hablar en idiomas que la persona nunca ha aprendido y poderes sobrenaturales.

Mientras, Anneliese dormía en el suelo de piedra, comía arañas, moscas y carbón, y había comenzado a beber su propia orina. Se le podía escuchar por toda la casa gritar por horas mientras rompía crucifijos, destruía pinturas de Jesús y botaba los rosarios.

Para ese momento Anneliese comenzó a cometer actos de automutilación y el hecho de arrancarse la ropa y orinarse en el suelo era algo común.

En septiembre de 1975, finalmente se le concedió un “gran exorcismo”. Se determinó que la joven debía ser salvada de varios demonios, incluyendo a Lucifer, Judas Iscariote, Nerón, Caín, Hitler y Fleischmann, un cura del Siglo XVI, y algunas otras almas atormentadas que se manifestaban a través de ella.

El exorcismo fue complejo y duró varios meses más. Se hicieron más de 40 grabaciones durante el proceso, hasta que en junio de 1976, exhausta y enferma, Anneliese falleció.

Lo ultimo que le dijo a sus exorcistas fue; “rueguen por el perdón” y a su madre le dijo; “mamá tengo miedo”. De acuerdo a la evidencia forense Anneliese murió de hambre.

El exorcismo de Robbie Mannheim

Robbie Mannheim, de 14 años, era un típico adolescente hasta el día en que murió su tía Harriet, que en vida era médium.

Su vida cambió cuando trató de ponerse en contacto con ella utilizando la tabla Ouija con la que él y su tía habían pasado muchas horas intentando comunicarse con el más allá.

Muy pronto el chico adoptó una actitud demoníaca, blasfemando y cubriéndose de cortes y marcas en el pecho.

Desesperados, sus padres se convencieron de que su hijo estaba poseído por el demonio. Un primer reverendo intentó exorcizar al chico. Apenas entonó las palabras "líbranos del diablo", el muchacho liberó una de las manos de sus ataduras y empezó a golpearlo.

Después de otros exorcismos en donde también llegó a pronunciar frases en latín y a provocar a los sacerdotes con declaraciones obscenas, finalmente el chico fue curado.

El caso fue tan impactante y sonado, que aún en contra de su familia, se escribió un libro basado en su historia.